lunes, 22 de octubre de 2007

sangre

Es un cuento común y corriente.
Dias en los que uno está ansioso, tal vez con un poco de angustia, con la sensación de tener tareas inumerables e interminables, sin embargo, al minuto de pautearlas, ordenarlas, y notar que son contadas con una mano, y bastante fáciles de resolver, me sobreviene energía para liberarme de ellas.
Hoy, la primera tarea fue hacerme unos exámenes de sangre, y tal como dicen los psicólogos con las heridas autoinflingidas, el dolor fluye con la sangre, deja el cuerpo, nos libera de la angustia y nos calma.

1 comentario:

Jaime Sepúlveda dijo...

Me recuerda a la idea del dolor como purificador en el club de la pelea. A mi el dolor me da cuenta de la insignificancia del mundo material, porque pone a mi cuerpo en el papel de cacho, bulto, molestia. Tal como el placer me produce todo lo contrario. Igual creo que el camino más enriquecedor va por la senda del dolor (aunque cada átomo del cuerpo pida ir por la senda del placer). También (era que no) estoy por el placer pero sin deseo, porque el deseo hace ver las manifestaciones, evitando que veamos la verdad. Por ejemplo si deseas mucho a una mina, cuando estés tratando de engrupirtela, cada cosa que ella te diga la vas a interpretar a tu pinta y generalmente no va a ser lo real. Eliminando el deseo el juicio es claro y podemos lograr lo que queramos....creo.

Saludos